comunicaciones

Profesionales sobradamente preparados, con una formación especializada, y con habilidades escasas y valiosas reciben ofertas de trabajo completamente impropias del valor que aportan estos perfiles a las empresas que los contraten. Analizamos con José María Echarte las razones de esta aparente contradicción.
Estamos acostumbrados a un universo de ofertas laborales en el sector AECO completamente distópico. Las innumerables anomalías que emanan de las ofertas de trabajo publicadas por el sector ya no nos parecen inaceptables. Más bien lo contrario, si uno se fija en el número de candidatos que se anotan febrilmente a estas ofertas en los diferentes portales de empleo. Vamos camino de convertir en proletariado a una élite de profesionales con una formación selecta y una especialización extraordinariamente valiosa.
Con este panorama José María Echarte lleva años elevando su voz en todos los medios y de todas las formas posibles, analizando las causas de esta situación y denunciando sus abusos más flagrantes. Asumiendo el coste personal de criticar a todo un gremio, pero con una honradez intelectual que seguro agradecen sus alumnos de la Universidad Rey Juan Carlos, donde ejerce como profesor de Proyectos, Teoría y Crítica.

Si hay una faceta en la gestión de obra que despierta iras furibundas, que es capaz de arruinar la productividad de varios equipos a la vez o que puede trastocar todos nuestros planes a corto plazo, esa faceta es sin duda una reunión de obra, el infierno en la Tierra.

Las reuniones de obra se han convertido en uno de esos episodios que, por su gravedad, son capaces de modificar el tejido espacio-tiempo y provocar todo tipo de paradojas temporales. Cada vez está más claro que la torre de Babel se paralizó por una reunión de obra. Se sabe que entraron a la reunión, y cuando acabaron la torre ya se había desplomado.

Nuestra falta de formación empresarial nos hace pensar que las reuniones son gratis, y por tanto no les damos el valor que tienen, ni la preparación necesaria, ni desarrollamos unas mínimas reglas de juego para hacerlas eficientes. Pero un mínimo análisis de coste y oportunidad nos desvela justo lo contrario. Las reuniones son carísimas y por tanto necesitan un aprovechamiento óptimo porque gasta un recurso muy escaso y preciado: el tiempo.

La metodología BIM viene acompañada de un innumerable surtido de documentos, archivos, ficheros, normas, estándares, códigos, etc. Configurar todo el ecosistema es un proceso laborioso y que consume recursos. Aquí es donde las plantillas asumen su papel estelar. Hoy hablamos de plantillas BIM.

La redacción de cualquier proyecto de ingeniería o arquitectura es, en sí mismo, un ejercicio de acumulación de todo tipo de información clasificada, elaborada y presentada en forma de documentos que tienen que tener una estructura y un formato definidos. Cuando hablamos de ese mismo proyecto pero en metodología BIM, la profusión de documentos y archivos adicionales eleva esas exigencias de estructura y formato a un nuevo nivel.

¿Tiene sentido reinventar la rueda todos los días? Después del primer proyecto BIM, aunque sea parcialmente, descubres la necesidad de tener plantillas, esos documentos precocinados con la estructura y el formato adecuados, que nos ahorran el dolor de partir siempre desde cero.

Hoy hablamos de plantillas BIM, de en qué ámbitos podemos introducir plantillas, qué aspectos deben cubrir, qué recursos consumen y qué exige su mantenimiento y actualización.